Sí. Cuando se detecte un problema de abuso o dependencia a las drogas, es recomendable que la familia asista a solicitar información. Esto le permite conocer las características de la adicción, pero, sobre todo, las conductas más apropiadas por seguir y las actitudes que no deben manifestarse.
Lo anterior ayuda a cambiar actitudes y conductas, lo que algunas veces es suficiente para modificar el patrón de comportamiento del consumidor.
En ocasiones, la familia tiene tantos problemas y tensiones que la comunicación se vuelve deficiente; se dan casos de familiares que dejan de hablarse por meses y hasta por años, lo que vuelve agresivo el diálogo entre los familiares.
Un ambiente familiar sin estructura, horarios, rutinas y límites respecto a lo que se debe o no hacer, induce a la persona a una vida caótica y desorganizada que posteriormente reproduce en su vida diaria. En algunas familias se presentan quejas sobre las conductas de algunos de sus miembros, por ejemplo: "Mi hijo llega muy tarde; no me obedece, etcétera". Aunque la mayoría de las veces las familias pasan por alto esas conductas, o sea que aparecen sólo como espectadoras; es típico ver a un padre que no muestra ningún interés por el problema, y si interviene lo hace con golpes o malos tratos, o una madre que se pasa la noche en vela esperando al hijo. Pero, por el contrario, se han visto muchos cambios positivos cuando los familiares del
usuario de drogas deciden modificar las pautas de conducta de las que quizás hasta ese momento no se habían percatado y que en vez de ayudar, sólo mantienen la adicción de la persona.
Lo anterior ayuda a cambiar actitudes y conductas, lo que algunas veces es suficiente para modificar el patrón de comportamiento del consumidor.
En ocasiones, la familia tiene tantos problemas y tensiones que la comunicación se vuelve deficiente; se dan casos de familiares que dejan de hablarse por meses y hasta por años, lo que vuelve agresivo el diálogo entre los familiares.
Un ambiente familiar sin estructura, horarios, rutinas y límites respecto a lo que se debe o no hacer, induce a la persona a una vida caótica y desorganizada que posteriormente reproduce en su vida diaria. En algunas familias se presentan quejas sobre las conductas de algunos de sus miembros, por ejemplo: "Mi hijo llega muy tarde; no me obedece, etcétera". Aunque la mayoría de las veces las familias pasan por alto esas conductas, o sea que aparecen sólo como espectadoras; es típico ver a un padre que no muestra ningún interés por el problema, y si interviene lo hace con golpes o malos tratos, o una madre que se pasa la noche en vela esperando al hijo. Pero, por el contrario, se han visto muchos cambios positivos cuando los familiares del
usuario de drogas deciden modificar las pautas de conducta de las que quizás hasta ese momento no se habían percatado y que en vez de ayudar, sólo mantienen la adicción de la persona.