sábado, 7 de febrero de 2009

¿Para qué la conducta adictiva?

Las personas creen hallar en el consumo un alivio para el aislamiento y la soledad emocional, una posibilidad de evadir por un tiempo ciertos sentimientos y dolores muy profundos… Poseen la ilusión de control sobre aquellas situaciones de su vida que viven como ingobernables. En apariencia la conducta adictiva insinúa una aparente parálisis del tiempo, la detención del dolor y el conflicto o sentimiento de impotencia irresoluble.
Modificado de Washton y Boundy

El método adictivo

Recordemos que en la etapa inicial la identificación adictiva se ve menos amenazante y más amigable. Esta conforma lo que se llama recuerdo eufórico -recuerdo del aspecto placentero del consumo y negación u olvido del dolor-. En la etapa inicial consumir y lograr el cambio de humor provoca diversión, excitación, ideas nuevas, estímulos. No es sino hasta la siguiente etapa cuando el consumo empieza a perder la parte seductora. La persona consume más y más para encubrir y escapar del dolor y la frustración creados por el proceso adictivo. Cuanto más progrese la enfermedad, más complejo y rígido se volverá el sistema engañoso. El sistema de creencias adictivo sustenta a la persona y se desarrolla como un estilo de vida.La adicción trabaja muy bien creando dolor, miedo, vergüenza, soledad y rabia. Crea la necesidad de alivio prometiendo que éste se encuentra en el cambio del estado de ánimo que se produce con el consumo. En este momento, la adicción tiene el control total. Vivir la adicción ya no produce placer. Aún produce cambios en el estado de ánimo pero con demasiado dolor como para escapar. El aspecto mágico de la adicción empieza a romperse bajo la tensión porque la persona vive una sobrecarga emocional. El consumo puede volverse aburrido y ritualizado. La capacidad de enfrentar los problemas es ineficaz. Resolver problemas emocionales va en contra del proceso adictivo. Las cuestiones no resueltas se ven como pretexto para vivir la adicción. La paranoia es resultado de que el adicto se cuestione todo y a todos, ¿por qué?. Ésta se convierte en una pregunta tortuosa, constante e interna, que se torna en la ansiedad que experimentan los adictos en esta etapa tardía y puede durar de instantes a días. Aquellos que entran en esta etapa de ansiedad sienten que el mundo entero se ha vuelto contra ellos y a nadie le importan, y aun peor, no le agradarán a nadie nunca más. Este aspecto de la adicción puede ser devastador para el adicto.La persona se vuelve totalmente temerosa de la intimidad y se aleja de cualquier signo a que se le acerquen. Los adictos creen que los demás son la causa de sus problemas. Piensan que la gente no los puede entender, entonces hay que evitarlas; sin embargo se molestan si los abandonan. El aislamiento y la soledad crean un centro que se conecta emocionalmente con otros. Tienen pánico de terminar solos.

Con aportes de Raúl Alvarado y Cristina Meyrialle

Recuperación y el fenómeno de “tocar fondo”

La recuperación es un proceso mediante el cual la persona adicta interrumpe el deterioro progresivo que es típico de este desorden y comienza un restablecimiento constante en las áreas de vida afectadas. Para lograr avanzar en la recuperación es necesario que la persona adicta realice cambios en su forma de pensar y de actuar, así como cambios en sus estilos y patrones de vida. El resultado de una recuperación satisfactoria es una persona con una calidad de vida en franca mejoría, estilos de vida mas sanos y un nuevo sentido de su misión vital, así como una mejoría en su forma de relacionarse, y mayor capacidad para no tomarse demasiado en serio. De esa manera el proceso por el cual una persona enferma de adicción, pasa de la etapa de consumo a la recuperación, es un proceso dinámico, que consta de diversas etapas y posee características específicas.

Puesto que la adicción implica una distorsión de la percepción, sólo algunos acontecimientos importantes pueden provocar que el adicto cuestione la validez de su percepción. El acontecimiento o acontecimientos que ocasionan este descubrimiento algunas veces se llaman “tocar fondo”. “Fondo” no necesariamente significa una total desconexión social, pérdida de familia, de la escuela o del empleo; no implica un completo desastre. Significa que algo sucedió en la vida del adicto que tuvo el impacto suficiente para que éste desee cambiar por lo menos parte de su estilo de vida. Una ley de la conducta humana, que parece tan inquebrantable como la de la gravedad física puede muy bien ser llamada “ley de la gravedad humana”: la persona gravitará de una condición que parece ser de gran sufrimiento a una condición que parece ser de menos sufrimiento, y nunca en sentido opuesto. Según esta ley, es imposible que una persona elija sufrir más. Cualquier tentativa de invertir la dirección de la elección será tan inútil como intentar que el agua fluya hacia arriba de una colina.

La abstinencia, por lo menos al principio, provoca sufrimiento, algunas veces inquietud psicológica, y otras malestar físico. Si intentamos que los adictos abandonen su consumo de alcohol u otras drogas, esencialmente les estamos pidiendo que elijan un mayor sufrimiento, lo cual va más allá de la capacidad humana. Partiendo de este análisis, parecería que debemos suspender todos los esfuerzos de tratamiento. ¡El tratamiento no puede funcionar! Pero sabemos que es un hecho que funciona y que las personas logran llegar a la sobriedad. ¿Cómo sucede?.

Aunque la ley de gravedad humana es inviolable, y la dirección nunca cambia, es posible que las personas cambien sus percepciones. Pueden aprender a ver que su consumo de sustancias químicas es causa de un mayor sufrimiento y que la abstinencia implica uno menor.

¿Cómo se da este cambio de percepción? Todas las sustancias químicas que alteran la mente causan tarde o temprano algún tipo de inquietud:
la pérdida de respeto por parte de la familia y amigos
la amenaza de perder el empleo
mal rendimiento escolar
graves síntomas gastrointestinales
resacas
alucinaciones
caídas y hematomas
ataques convulsivos
ataques cardíacos
la inquietud de mala memoria
la amenaza de encarcelamiento
el terror de los delirios

Cuando estos signos y síntomas de éstos, llega al punto crítico, en que el sufrimiento es igual o superior a cualquier alivio que ofrezca la sustancia química, entonces cambia la percepción de la persona de lo que es una mayor o menor inquietud.
Entonces esto es lo que sucede cuando se toca fondo. El fondo no es más que un cambio de percepción, en el que la abstinencia se percibe como una inquietud menor que el consumo de sustancias químicas.

Recuperación: Nadie cambia cuando se siente bien.


Ninguna persona que haya visto transformar su vida, lo ha hecho motivado por un sentimiento calido y agradable. O sea que eso de que, “hoy hacia una hermoso día para cambiar mi vida, y tome la decisión…”, es por decir lo mas, increíble.


La mayoría de las veces es a través de un proceso de dolor continuado, que se agrava cada vez más, tal como lo hace una piedra en el zapato; que la mayoría de nosotros, nos animamos a hacer cambios radicales en nuestro estilo de vida.



Cuando uno es adicto, la cosa es un poco más difícil, porque la negación es parte de la enfermedad. Es la única enfermedad, que le dice al paciente, que él no esta enfermo. Pero al final de cuentas, la negación es un fenómeno humano y no exclusivo de los adictos. Lo que pasa es que en el adicto el sistema de negación, llamado también sistema delusional, se hipertrofia y crece, para sostener una mentira que se convierte cada día en algo más difícil de creer.
Pero cuando el dolor es insostenible, no hay más remedio que cambiar.

El proceso de recuperación está fundamentalmente relacionado con la incorporación de lo que llamamos concepto de límite, aceptación de la realidad y construcción de una frontera entre nuestro yo y el mundo circundante.

El límite puede significar para algunas personas: restricción, inhibición; represión; rigidez y resistencia ante el cambio; melancolía y pérdida de la confianza en sí mismo. Sin embargo cuando desarrollamos el aspecto más adulto de este concepto lo reconocemos como parte necesaria en todo proceso de crecimiento y maduración de un ser humano.

En el tema de la recuperación de una adicción, el límite necesita ser integrado pacientemente. El contacto con la realidad, del cual el límite es un derivado, rompe los hechizos y limita la omnipotencia con todas sus dolorosas consecuencias. Para una estructura adictiva, que no tolera el límite, ni la frustración, la gran lección es el orden; la perseverancia y finalmente la aceptación de la realidad.

Los grupos y el trabajo individual en psicoterapia, trabajan buscando generar un límite interno evolucionado, adecuado y flexible. Conducen a una profunda toma de conciencia de las propias emociones, de las propias limitaciones, de la realidad a veces dolorosa y de la importancia del propio cuidado. En los procesos de recuperación aprendemos a ser nuestros propios padres, aquellos padres cariñosos pero firmes y protectores capaces de poner los límites necesarios para nuestro crecimiento, con los que tal vez no pudimos contar en nuestra infancia. Aprendemos a ser responsables por nosotros mismos y a asumir riesgos adecuados, así como a sostener la necesidad de postergar la gratificación. Aunque es difícil a lo largo del proceso de recuperación aprendemos que se puede vivir en contacto con la realidad.

¿Cómo pueden colaborar la familia y allegados a la solución del problema?

El curso natural de la adicción es tal que se toca fondo si nadie interfiere. Pero las personas que rodean al adicto, con toda su buena intención, pueden eliminar algunas de las inquietudes provocadas por las sustancias químicas. Por ejemplo, un colaborador cubrirá al compañero que tiene resaca. Esto evita que se dé un cambio de percepción de mayor a menor inquietud y permite que siga la adicción activa. A esto se debe que a las personas que impiden las consecuencias dolorosas del consumo de drogas se les llame facilitadores o codependientes.

Recordemos, que permitir que ocurran las desagradables consecuencias naturales no es lo mismo que castigar al consumidor. Castigar es infligir un dolor desde el exterior. Si por ejemplo, un bebedor considera el matrimonio como una fuente de inquietud, se separará en lugar de dejar de beber. Sólo cuando el alcohólico descubre que su consumo es lo que provoca su sufrimiento, la sobriedad se volverá una solución.

Las percepciones de los adictos también se modifican cuando perciben las gratificaciones de la abstinencia. Cuando éstas empiezan a ser superiores a las de las sustancias que les alteran la mente, los adictos pueden cambiar sus percepciones de cuál es la fuente de mayor o menor inquietud.

Reunirse con gente sobria y ver que son felices y productivos demuestra las gratificaciones de la abstinencia. Obtener una respuesta positiva a la sobriedad de parte de la familia, de los amigos y de los colegas es una gratificación. Recobrar la autoestima es un premio, y lo es también conservar el empleo.

El adicto activo puede reconocer que todo son como gratificaciones y seguir sintiendo que están fuera de su alcance. Aquí es donde una terapia apropiada, con una elaboración realista y adecuada de la autoestima, puede hacer la diferencia. Con ayuda apropiada el adicto empezará a concebir que puede lograr esas recompensas y a percibir que la abstinencia es una fuente de menor inquietud.

Las personas varían mucho en sus percepciones de las gratificaciones y el sufrimiento. El terapeuta debe descubrir lo que cada persona considera una gratificación y un sufrimiento para poder ayudarla a percibir la adicción y la abstinencia junto con su respectivo programa de recuperación y asesoría profesional desde una perspectiva apropiada. La combinación de las experiencias de fondo con la anticipación realista de los beneficios del programa de recuperación hará posible encaminar al adicto hacia el proceso de recuperación.
¿Cuando, cómo, dónde y quién, le dará una razón, un motivo, provocará una circunstancia, generará una situación para CAMBIAR?